El ejemplo de María Corina
Juan Ignacio Brito Profesor de la Facultad de Comunicación e investigador del centro Signos de la Universidad de los Andes
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Juan ignacio Brito
Cualquiera con un mínimo de empatía no puede sino conmoverse con lo que está haciendo María Corina Machado en Venezuela. La líder de la Plataforma Unitaria Democrática ha inspirado a sus compatriotas con entusiasmo y voluntad de lucha inquebrantables, marcando el camino para enfrentar a un régimen sin ideas que se aferra al poder recurriendo a la trampa y la violencia.
Por años, la oposición venezolana enfrentó al régimen chavista con una estrategia perdedora. En ocasiones prefirió restarse de la competencia electoral, abriendo las puertas del copamiento institucional al oficialismo. A menudo debilitó su causa actuando dividida. Otras veces se aferró a la solidaridad internacional, con la ilusión de que el Gobierno se desmoronara como producto de las sanciones y la presión extranjeras. Sin liderazgo claro y carente de estrategia, la disidencia venezolana contempló impotente cómo Hugo Chávez, primero, y Nicolás Maduro, después, tejieron una densa red amparada en la trampa, la represión, la corrupción, la estricta vigilancia de los servicios secretos cubanos, y la alianza con grupos mafiosos para preservar el poder. No les importó que su afán de control destruyera al país que alguna vez fue ejemplo democrático y económico en América Latina.
“Con su audacia e inteligencia, Machado es una mujer de temer para el régimen. Llama a los venezolanos a mantenerse alertas, defender el voto y prepararse para una lucha larga. Maduro y su pandilla no habían visto nunca nada así”.
La lucha de Machado ha sido larga. Desde hace décadas está entre los líderes más duros de la oposición. Su actitud confrontacional no siempre fue comprendida por el resto de la disidencia, que, ingenua y carente de orientación, alguna vez creyó posible negociar con el chavismo. Convencida de que la única manera de sacar a Venezuela de la pesadilla es la movilización constante contra el régimen, Machado se presentó el año pasado a las primarias opositoras. Ganó con más del 90% de los votos.
Persuadido de que esta vez enfrentaba a una rival formidable, el régimen buscó sacarla de carrera. Desempolvó una antigua proscripción y la descalificó. Pero María Corina fue más inteligente. Buscó un reemplazo. Cuando falló el primero, encontró un segundo y forzó el retiro de los otros candidatos opositores. Halló en Edmundo González a un socio ideal: honesto, sin pasado político y 100% comprometido, a la vez que cómodo con el protagonismo de su patrocinadora.
La astucia y determinación de María Corina sorprendieron a un Maduro confiado en que otra vez ganaría la mano. Ahora, sin embargo, tenía al frente a Machado, que inflamó de entusiasmo a la ciudadanía con un mensaje: no tengan miedo, vayan a votar. Un régimen torpe trató de hacer el fraude de siempre, pero esta vez encontró algo distinto: la oposición se organizó y logró recuperar más del 80% de las actas de las mesas. Todavía hay quienes piden al Consejo Nacional Electoral que muestre las actas que certificarían el “triunfo” de Maduro. ¿Para qué? Están disponibles para el que quiera mirarlas en la plataforma digital de la oposición.
Esta vez la cosa va en serio. Con su audacia e inteligencia, Machado es una mujer de temer para el régimen. Llama a los venezolanos a mantenerse alertas, defender el voto robado y prepararse para una lucha larga, a la vez que pide a los militares no traicionar al “bravo pueblo” que juraron defender.
Maduro y su pandilla no habían visto nunca nada así. Tienen miedo, recurren a la represión y buscan detener a la mujer que los ha puesto en jaque. Saben que, ojalá más temprano que tarde, María Corina los vencerá.